¡Muy buenas! Sí, ya
tenéis otro mes más aquí a la MENSUAL
del blog, aunque esta vez me haya retrasado, pero lo he hecho por una buena
razón y es para… deciros FELIZ NAVIDAD, el día de navidad, claro. Claro que no
soy la única que os lo desea. En realidad todo el equipo de B2E espera que
estéis pasando unas felices fiestas.
Sinceramente, me va a
costar escribir algo sobre la Navidad, porque este año realmente tengo pocas
ganas de ella. Pero bueno, un desafío al año no se hace daño, ¿no?
¿Qué, cómo fue la
nochebuena? ¿La crisis afectó mucho a los platos? (Las preguntas las podríais
responder por comentario, que no estaría nada mal :P). Lo cierto es, que lo que
realmente importa de la Navidad no son ni la comida, ni los regalos que nos
puedan hacer, vamos, o eso decían en el principio de los tiempos, cuando el
consumismo, el materialismo y el “miraquechuloloquemehanregalado” importaba
tres cominos.
Lo que realmente importa
de la Navidad (o importaba, o se supone que debe importar) es el hecho de
reunirse toda la familia un día, incluso aquellos que están más lejos, o con
aquellas personas a las que quieres (que no siempre tienen porque ser la
familia) y el espíritu de ofrecer por ofrecer sin esperar nada a cambio, saber
contentarse con una sonrisa, que, en cierta medida, eso debería ser el
verdadero significado de regalar, ya sea en Navidad o en cualquier de los otros
364 días restantes, el de ofrecer algo sin esperar nada a cambio.
También cuenta como
espíritu navideño eso de dar a los más necesitados, aunque este es otro punto
de… ¿por qué cojones hay que hacerlo sólo una vez al año teniendo tantos otros
días? (Juro que estoy intentando poner la mejilla de “sé buena con la Navidad”,
pero es que no puedo evitar que me salte la vena de “no, estas fiestas cada año
te gustan menos”). Pero bueno, pasando eso por alto, tampoco me seáis tacaños,
que ya sé que corren fechas malas, de hambruna y pobreza, pero si veis a
alguien pidiendo por la calle, al menos echad un eurillo, no os contentéis con
cinco céntimos, que tampoco se os van a caer los dedos.
Como habéis podido
comprobar, por mis bonitos paréntesis, la Navidad no es algo que me guste a más
con los años, y menos con el año tan bonito que hemos echado, no es de
extrañar, pero sí que hay algo que me gusta en estas fechas, y no, no me
refiero a las vacaciones, que también, sino a los alumbrados. Y vale, puede que
más arriba me haya quejado de consumismo (y este es de los más innecesarios)…
pero es que me gustan! Sobre todo si se tratan de decoraciones con luces
suaves, me encandilan. Tal vez sea por el hecho de estar acostumbrada a
celebrar unas fiestas frescas, pero lo que más me puede gustar es pasear por la
ciudad mientras se me congela la punta de la nariz y ver el alumbrado en los
árboles, en las paredes, en los escaparates… Y sí, os estoy abriendo un poquito
mi corazón, así que ya sabéis, si queréis regalarme algo, que sea una bombilla
de luz tenue.
Poco más tengo que
aportar sobre la Navidad, salvo, claro está, el chocolate, el turrón, los
mantecados, el anís, la sidra, los pasteles de la abuela y todas esas cositas
que, en definitiva nos habrán hecho doblar mágicamente nuestra masa corporal en
enero. Así que lo dicho, pasad unas buenas fiestas, disfrutad de aquellos que
no podéis disfrutar el resto del año, reuniros en familia, cantad villancicos,
engordad cual cerditos felices antes del
matadero de la cuesta de enero, en definitiva, tened una buena navidad,
que nosotros nos iremos viendo en la próxima entrada.
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