Exámenes, esa época que vives un par de veces de año en la que vives agobiado sin poder comer ni dormir, sobreviviendo a base de bebidas energéticas y sin tiempo para dedicarlo a tu vida social. Esto último se multiplica en estudios universitarios.
Pero, ¿cúal es la historia de un examen? Pues parece sencillo pero tienes un cúmulo de sensaciones que te hacen sentirte totalmente al límite y cualquier cosa te parece un mundo.
En mi caso, la temporada de exámenes empieza oficialmente a finales de enero, al corte de las clases pero para nosotros que tenemos que estudiar, empieza justo al volver de las vacaciones de navidad. Esto se repite en Junio, sólo que sin vacaciones de por medio.
7 de Enero: Vuelves a clase, saludas a tus compañeros y durante el día vuelves a coger el ritmo que habías dejado el 20 de diciembre, pero no es lo mismo que en diciembre, ya que ahora tienes que unir las clases al estudio porque sabes que si no empiezas ya al final te pilla el toro. Aunque sabes que igualmente te pillará el toro.
20 de Enero: Va llegando el fin de las clases y con ello los exámenes, pero aún sigues entregando trabajos. Sí, porque tienes profesores que trabajan sin fecha y al final llegas a tales extremos del semestre con todos los trabajos, y vives sin dormir. No tienes tiempo de comer, ni de dormir ni de nada, sólo de terminar trabajos antes de que empiece oficialmente la temporada de exámenes.
28 de Enero: Empieza normalmente la temporada, y quizá tengas tu primer examen. De aquí al 15 de febrero aproximadamente sólo vives para estudiar. Sales de tu casa a la biblioteca, y de la biblioteca a tu casa. Y por supuesto, los exámenes.
Llega el día de un examen. Te has pasado la noche estudiando porque quieres aprobar, por lo tanto para descansar te das una buena ducha y desayunas tranquilamente. Te arreglas un poco y coges el bus para ir a la facultad. Llegas a la facultad, y buscas el lugar donde es el examen, entras al aula donde será y buscas un sitio. Te sientas con intención de repasar un poco mientras que aparece el profesor, pero finalmente no lo haces porque te distraes con tus compañeros que también están hartos de estudiar.
Aparece el profesor, y comienza el examen. Reparte el examen o dicta las preguntas, pero igualmente te quedas mirando unos segundos. Por un momento, te quedas en blanco y parece que no te sabes nada pero de un momento a otro empiezas a escribir. Te pasas al menos una hora escribiendo la pregunta que te sabes, pero las otras no te las sabes tan bien. Empiezas a mirar de un lado a otro pensando a ver si viene la inspiración, y al final consigues escribirlas.
Sin embargo, llega ese momento en el que terminas un examen, pero nadie lo ha entregado y por tanto, empiezas a hacer tiempo mientras esperas a que alguien se levante antes que tú. Unos minutos más tarde alguien entrega su examen y ya también lo entregas tú. Sales del examen y te vas a casa a descansar ese día porque te lo mereces y al día siguiente empiezas a preparar el próximo.
Esto en los finales de Junio se vive igual, con el mismo agobio, o incluso más.
Y esa es la historia de un examen. Espero que os guste la entrada y recordad que nos leeremos el próximo viernes. Ahora tengo tiempo de subir y por tanto, no tengo la intención de faltar a la entrada.
Hasta Entonces!
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En mi caso, la temporada de exámenes empieza oficialmente a finales de enero, al corte de las clases pero para nosotros que tenemos que estudiar, empieza justo al volver de las vacaciones de navidad. Esto se repite en Junio, sólo que sin vacaciones de por medio.
7 de Enero: Vuelves a clase, saludas a tus compañeros y durante el día vuelves a coger el ritmo que habías dejado el 20 de diciembre, pero no es lo mismo que en diciembre, ya que ahora tienes que unir las clases al estudio porque sabes que si no empiezas ya al final te pilla el toro. Aunque sabes que igualmente te pillará el toro.
20 de Enero: Va llegando el fin de las clases y con ello los exámenes, pero aún sigues entregando trabajos. Sí, porque tienes profesores que trabajan sin fecha y al final llegas a tales extremos del semestre con todos los trabajos, y vives sin dormir. No tienes tiempo de comer, ni de dormir ni de nada, sólo de terminar trabajos antes de que empiece oficialmente la temporada de exámenes.
28 de Enero: Empieza normalmente la temporada, y quizá tengas tu primer examen. De aquí al 15 de febrero aproximadamente sólo vives para estudiar. Sales de tu casa a la biblioteca, y de la biblioteca a tu casa. Y por supuesto, los exámenes.
Llega el día de un examen. Te has pasado la noche estudiando porque quieres aprobar, por lo tanto para descansar te das una buena ducha y desayunas tranquilamente. Te arreglas un poco y coges el bus para ir a la facultad. Llegas a la facultad, y buscas el lugar donde es el examen, entras al aula donde será y buscas un sitio. Te sientas con intención de repasar un poco mientras que aparece el profesor, pero finalmente no lo haces porque te distraes con tus compañeros que también están hartos de estudiar.
Aparece el profesor, y comienza el examen. Reparte el examen o dicta las preguntas, pero igualmente te quedas mirando unos segundos. Por un momento, te quedas en blanco y parece que no te sabes nada pero de un momento a otro empiezas a escribir. Te pasas al menos una hora escribiendo la pregunta que te sabes, pero las otras no te las sabes tan bien. Empiezas a mirar de un lado a otro pensando a ver si viene la inspiración, y al final consigues escribirlas.
Sin embargo, llega ese momento en el que terminas un examen, pero nadie lo ha entregado y por tanto, empiezas a hacer tiempo mientras esperas a que alguien se levante antes que tú. Unos minutos más tarde alguien entrega su examen y ya también lo entregas tú. Sales del examen y te vas a casa a descansar ese día porque te lo mereces y al día siguiente empiezas a preparar el próximo.
Esto en los finales de Junio se vive igual, con el mismo agobio, o incluso más.
Y esa es la historia de un examen. Espero que os guste la entrada y recordad que nos leeremos el próximo viernes. Ahora tengo tiempo de subir y por tanto, no tengo la intención de faltar a la entrada.
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